sábado, 10 de septiembre de 2011

Mi sueño, mi pasión (I)

"Ah, la música... Me encanta. Es mi pasión. La escucho a todas horas. Para mí es pura magia. Por eso creo que los músicos tienen la profesión más bella del mundo. Y son los más afortunados por poseer esas voces tan melodiosas con las que transmiten a los demás tantas emociones. Porque hacen de cada canción una historia. Y con cada una de estas historias, consiguen llegar al corazón de las personas. En realidad, los envidio. A todos, ya canten bien o mal, sean profesionales o aficionados, se sepan las letras o las improvisen en el momento. ¿Por qué? Porque ellos tienen algo que yo nunca más tendré... Voz... Si alguna vez me concediesen un deseo, sabría exactamente qué pedir: ese instrumento con el que poder hablar, discutir, reír, gritar... Podría cantar...
Aunque no puedo. No puedo hacer nada de eso. Lo máximo que puedo hacer es mover los labios como si pudiese emitir algún sonido..."

- ¡Lisa! ¡Baja, la cena está servida!

Lisa bajaba las escaleras mientras agitaba una campanita para hacerle saber a su madre que se había enterado. Se asomó a la cocina y ayudó a preparar la mesa. Una vez colocados los servicios, se sentaron a la mesa.

- Tu padre vendrá más tarde, podemos empezar.

Lisa comenzó a articular movimientos con sus manos a modo de palabras con las que poder comunicarse. "¿Dónde está?"

- Salió a comprar un par de cosas.

Lisa asintió con la cabeza y las dos tomaron la cena. Un rato después de haber acabado, su padre entró por la puerta de casa con un sobre en la mano. Lisa fue a saludarlo y preguntó: ¿qué llevas ahí?

- Míralo tú misma –Dijo él sonriendo a su pequeña.

Ella tomó el sobre y lo abrió con cuidado. Al levantar la solapa, pudo ver como una especie de ticket se dejaba entrever. Lo sacó y lo observó durante cinco minutos. No podía creer lo que estaba viendo: ¡una entrada para el concierto de su cantante favorito en su misma ciudad! Lisa saltaba de alegría y abrazó repetidamente a sus padres dándoles las gracias por aquel regalo que no se esperaba.

-Me alegro de que te guste –Le dijo su padre-. Es para dentro de 2 meses, no lo olvides.

"Por supuesto que no lo voy a olvidar."

Cuando llegó la fecha esperada, Lisa estaba muy emocionada. Recordaría este día toda la vida. Sus padres la llevaron al lugar indicado y le dijeron que estarían esperándola en un restaurante mientras ella estaba en el concierto.

"¡No me lo creo! ¡Estoy en uno de sus conciertos! ¡Es genial!"

El evento se programó en una sala para unas 500 personas como máximo, para que fuese un encuentro cercano. Estaba decorada en tonos azules oscuros, blancos y dorados que representaban la noche y un manto de cientos de estrellas doradas y plateadas que hacía que aquel lugar fuese mágico. El cantante salió a escena y los asistentes al concierto enloquecieron con su aparición. Lisa se encontraba en una zona lateral pero veía perfectamente el escenario, alumbrado con tenues luces anaranjadas. Comenzó con el primer tema de la noche dedicándoselo a todos los presentes y dándole las gracias a todos y cada uno de ellos por acudir a aquella cita. Lisa se lo estaba pasando de miedo, haciendo mil fotos y disfrutando de la música y de la voz de aquel joven. En un momento dado, éste rebuscó entre el público a alguien con un foco, que dejó moverse para alumbrar a una chica que se encontraba brincando y cantando a pleno pulmón al lado de Lisa. El músico le tendió una mano a la elegida para que subiese al escenario a cantar la siguiente canción con él. Ella estaba entusiasmada y comenzaron el dueto. Lisa pensaba en lo cerca que había estado de salir elegida y en lo que hubiera hecho de haber sido ella la que estuviese sobre el escenario. La idea de tener que darle una negativa a su cantante favorito la hizo entristecer y el ritmo de su histeria decayó lentamente mientras por su mente fluía este pensamiento. La joven afortunada regresaba a su lugar junto con su acompañante dando saltos de alegría, pero sumergida en la euforia del momento, tropezó y se apoyó sobre Lisa para no caerse. En el pequeño traspié, Lisa perdió accidentalmente su cámara de fotos entre los pies de la gente. Buscó por la pequeña zona que ella ocupaba, pero no tuvo suerte. Decidió que continuaría la búsqueda cuando el resto de los asistentes abandonase el recinto, así que volvió a centrar su atención en la actuación. A pesar del pequeño incidente, continuó divirtiéndose, tal y como lo había pensado días atrás. El joven músico hizo varias pausas a lo largo del concierto agradeciendo a sus seguidores haber acudido, que le mostraran su apoyo y compartir el gusto por la música.
- Y como último tema de la noche –avisó él-, he elegido una canción muy personal que he compuesto. Nadie la ha escuchado aún, así que espero que la disfrutéis.

El público enloqueció tras la confesión y, tras finalizar el acto, vitorearon al cantante y corearon su nombre una y otra vez. Él, dando nuevamente las gracias por toda la atención que le habían prestado, se despidió de ellos y se marchó. La gente desaparecía poco a poco comentando entre ellos el gran espectáculo que les habían ofrecido aquella noche. Lisa se vio envuelta en la multitud e intentaba no retroceder más de lo que la arrastraban para no alejarse mucho del lugar en el que perdió la cámara. Tardaron en desalojar la sala alrededor de cuarenta minutos, en los que Lisa estuvo entretenida buscando aquello que le pertenecía.

"Llevo casi una hora buscando mi cámara. Espero que nadie se la haya llevado. Con la de fotos que he hecho esta noche, no me gustaría quedarme sin ellas..."

De pronto, escuchó unos pasos de alguien que se acercaba. Presa del pánico, se escondió un poco tras una cortinilla, por si acaso era alguien del personal de seguridad. Ella tampoco estaba haciendo nada malo, sólo buscaba lo que era suyo, pero mejor no tener problemas...


miércoles, 15 de junio de 2011

Mi gitana

Me encontraba reunido con mis colegas en la peña flamenca de siempre. Llegué un poco más tarde porque me retrasé a la salida del trabajo. Estábamos charlando, y me comentaron que ese día había llegado nueva una chica muy guapa y que se había atrevido a cantar algo en su primer día aquí. Hablaron de ella durante un largo rato, y yo, curioso por saber quién era la muchacha que tenía revolucionados a todos, comencé a buscarla por el local. A pesar de que pasé bastante tiempo en su busca, no tuve la suerte de encontrarla. Me sentí un poco decepcionado, pero igualmente volví al corro a cantar con los demás. “Ya la conoceré otro día” –Pensé. Un par de horas más tarde les dije a mis amigos que ya me marchaba, mas, mientras cruzaba el jardín que daba a la calle, la vi.
Ella estaba sentada en un banco de piedra, iluminada por la luz anaranjada del crepúsculo. Sus largos y dorados cabellos caían por su espalda y sus hombros descubiertos. Su piel, tostada por el Sol, parecía sedosa al tacto, y sus piernas eran largas y menudas. Era la chica más hermosa que había visto nunca. Me acerqué a ella y giró la cabeza al sentir mi presencia. Tenía unos ojos grandes e intensos que brillaban llameantes. Su belleza me deslumbró por completo.
-  Hola –Me atreví a decirle.
Ella no dijo nada, se mantuvo en silencio. Despacio, volvió a girar la cabeza y miró en la misma dirección de antes. Era misteriosa, y me atraía con fuerza.
- Perdona que te moleste, pero tenía que decirte que eres la chica más hermosa que he visto –Le confesé dándole la vuelta al banco para mirarla a la cara.
Al contemplar su rostro advertí tristeza en su expresión. Se me partía el alma viendo a aquella chica de ese modo.
- ¿Te sucede algo? Pareces triste.
Ella seguía sin responder. Me miró a los ojos durante unos segundos y volvió a apartarlos. Algo le sucedía.
- Sé que suena raro que un desconocido diga esto, pero puedes confiar en mí...
Esta vez ni me miró.
- ¿Te preocupa algo? –Insistí.
- ¿Por qué tienes tanto interés? –Inquirió volteando su rostro hacía mí.
Su voz me pareció la más dulce de las melodías. Sonaba como los ángeles.
- ¿Crees en el amor a primera vista?
Ella apartó su mirada evitando mis ojos llenos de esperanza.
- No deberías enamorarte de mí.
- Es demasiado tarde.
- Te haré daño, y yo no quiero eso. –Confesó mirándome de soslayo. Lo siento, pero tengo que irme...
La muchacha se levantó del banco donde se estaba sentada, pero yo no podía dejar que se marchase así.
- Espera, por favor... –Le rogué tomándola  de la mano.
- No hagas esto más difícil. Créeme, daría lo que fuera por poder quedarme, pero el trato era un solo día...
- ¿Trato? ¿Qué trato?
- Sí, creo en el amor a primera vista... Creo que estás enamorado de mí, al igual que yo de ti... Creo que contigo podría ser muy feliz... Pero yo no soy una chica normal, no pertenezco a tu mundo.
Mientras hablaba se acercaba más a mí y yo me aferré a ella por sus brazos.
- Mi padre es el Dios del Sol, y me concedió un día de visita a la Tierra. Soy de otro mundo... Soy la Hija del Sol...
- No me importa de dónde vengas, no conozco barreras que me impidan estar contigo.
- Pero yo debo marcharme...  Me avisaron de que te conocería, que todo esto pasaría y yo, aún así, quise conocer este lugar y quise conocerte a ti...
Cada vez reducíamos un poco más la distancia que nos separaba, hasta que nos envolvimos en los brazos del otro sin querer soltarnos.
- Desearía poder permanecer junto a ti para siempre... –Dijo ella mirándome a los ojos. Cuando el Sol se funda con el horizonte, será la hora de regresar.
Solo nos quedaban unos escasos minutos.
- Recuérdame siempre. Toma esto.
Me quité un anillo de oro que llevaba para ofrecérselo a ella como recuerdo.  Cogí su mano derecha e introduje la alianza en su dedo anular. Ella, miró el regalo, tomó un mechón de su cabello y lo cortó. Con el mechón entre sus manos, cogió mi mano derecha y lo ató a mi dedo anular, transformándose en una sortija de oro alrededor de mi dedo.
- Para que tú tampoco me olvides. Para ti siempre seré tu gitana –Dijo ella, acercándose a mis labios, y nos fundimos en un beso.
Después de aquello, ella se desvaneció como una sombra y no la volví a ver jamás. Pero todavía guardo aquel recuerdo de un amor verdadero...

domingo, 20 de febrero de 2011

Querías evitarlo

Te sientes feliz porque él se convierte en todo. Tus sentidos se dedican a él al cien por cien. Aunque sólo es un amigo con el que no mantienes una gran relación. Te escucha. Por ello te sientes feliz.
Incluso sabiendo que él no te corresponde porque se ha fijado en otra chica, en tu amiga. Sabes que, en cierto modo te utiliza para llegar hasta tu amiga. Ella encuentra la situación divertida y se muestra interesada en él. Le facilitaste a él el contacto con tu amiga porque sólo querías que él estuviese feliz. Pero tu amiga sólo lo hace por tener un entretenimiento. Al principio no ves qué hay de malo en ello, pero él comienza a sentir algo por ella, y te confiesa esa atracción. Tienen mismos gustos y aficiones. Piensas que podrían llegar a tener algo y él sería feliz de este modo. Ya no ves el entretenimiento de tu amiga como antes e intentas que lo deje. Tú no quieres que le haga daño a él. Ella se excusa diciéndote que le gusta llevarse bien con todos. A ti no te vale esa explicación. No sabes qué hacer. Tienes una decisión que tomar. Dejar a tu amiga que siga llevándose bien con todos, incluido con él. Contarle al chico que te mantiene en vela todas las noches que tu amiga sólo juega con él. Sigues sin saber qué hacer. ¿A quién ser fiel? ¿A quién traicionar? Los dos te importan. Y tú sigues sin saber qué hacer. Pides consejo a tu mejor amigo. Te dice que dejes el agua correr. Pero esa opción no se encuentra en tu baraja. Estás intranquila día y noche y sigues sin saber qué hacer. Desearías no haberte metido en medio porque ahora te ves justo ahí, entre la espada y la pared. La situación te supera. Vuelves a hablar con ella, intentando que razone, pero no lo consigues. Así que, después de mucho pensarlo, te decantas por él. Quieres que sea feliz por encima de todo, y si le cuentas ahora lo que ha pasado, la caída será menos dolorosa. Lo sientes por tu amiga, pero a tu juicio ella estaba obrando mal, y tú sólo querías evitar el dolor...
Pero no lo consigues. Ahora eres tú la que está muy dolida. Acabas de perder a los dos...